miércoles, 18 de febrero de 2009

PRÁCTICAS EN EL VASCO NÚÑEZ DE BALBOA



Bueno, desde el lunes día 9 de febrero estoy haciendo las prácticas en el colegio Vasco Núñez de Balboa, en Benidorm.

Hace 16 años y medio entré por primera vez en ese colegio, de la mano de mi mamá, hecha un manojo de nervios, deseando conocer a María, mi seño. Allí, en ese edificio de ladrillo amarillo, con los marcos de puertas y ventanas y rojos, iniciaba mi educación.

Y ahora, con 20 años, vuelvo a cruzar ese mismo umbral, sin tomar la mano de mi madre, igual de nerviosa que aquella vez, y deseosa también de conocer a alguien: a 23 monstruitos de 5 años a los que yo voy a enseñar y de los que pienso aprender un montón.

Me encanta la idea romántica de pensar que acabo de estudiar en el mismo lugar en el que empecé, bajo ese mismo techo, entre las mismas paredes... Adoro observar cómo el soporte en el que jugábamos a tiendas, que antes me parecía inmenso, se ve ahora tan pequeño. Y verlos a ellos, con sus manitas, apilar la arena y pagar con piedras tal y como hacía yo en ese mismo lugar no hace tanto tiempo. Incluso la clase parece mucho más pequeña ahora. Y la pizarra... Recordaba una pizarra casi infinita, y estos días apenas cabe la fecha en ella... Qué asco da crecer...

Pero siempre me queda el consuelo de mirarlos a ellos a los ojos y vérselos brillar de esa forma tan significativa, cuando Bubu, la marioneta, les elige para contar un cuento, cuando terminan de escribir con gran esfuerzo las palabras de las fichas, cuando consiguen saltar a la comba muchas veces, o cuando con unas simples alas de cartón se transforman en Campanilla o una pluma les hace hace ser Peter Pan. Estando con ellos, parece de verdad que la purpurina sea polvito mágico, y es casi como volar a Nunca Jamás...

No puedo evitar pensar con nostalgia en mis otros mocosetes, los de la guardería, que fueron los primeros en demostrarme que no podía haber elegido mejor oficio que el de maestra de infantil, los que desde hace un año y medio se han convertido en parte de mi corazón al cien por cien. Ellos, los Duendes, siempre serán los primeros, pero ahora han llegado mis Peters y mis Campanillas, y me llenan de nuevo con sus risitas sinceras, la importancia que le conceden a cada detalle, la emoción inmensa en sus caritas por lo más insignificante...

Me siento tan feliz por pensar que les estoy ayudando a aprender a leer, escribir, contar y a portarse bien, que cada uno de sus éxitos me satisface igual que a ellos. Y me apena muchísimo pensar que seguramente nunca sabrán que yo estoy aprendiendo mucho más de ellos que ellos de mí.

En fin, que no se puede ser más perfecto que los Duendes, mis enanitos del Vasco y el resto de niños del mundo.

Lorena.

4 comentarios:

ty dijo...

Ohh, qué bonito. Y qué envidia me daass, jolines!!

Pues nada, guapa. Espero que disfrutes esas prácticas, y que pronto nos veamos en algun cole dando clase. Para mí también sería increíble hacer prácticas en el Vasco, a ver si tengo esa suerte.

Besitos niña, y cuidate mucho
Sara.

Maria Durga dijo...

Mi querida Lorena. Es precioso todo lo que dices.

Esos niños son de verdad afortunados de tenerte como profesora. Alguien que ama su profesión y a los niños de esa manera... es todo un lujo!

Recuerdo con cariño a la primera profesora de mi hija, adoraba su trabajo y los niños igual que tú, y eso, marca una diferencia a la vez que deja una huella imborrable. No sientas pena, algún día sí sabrán valorar tu presencia en sus vida, seguro.

Abrazos desde el alma

Maria

Antonio dijo...

me encantaaaaaa la fotooooooooooooooooooooooo

viva peter pan! :D

Anónimo dijo...

Lorena estuvo ese año con mi hija y era adorable con ellos.y como pasa,el tiempo.terminan el cole este año.ya cursan sexto.gracias lorena por haber formado parte de ellos