jueves, 5 de febrero de 2009

Para mi pavito




Resulta difícil explicar algo así. Ni siquiera creo poder saberlo del todo. Lo que siento por ti es tan inmenso que no me cabe en los ojos, no puedo verlo completamente, y eso me desconcierta. Pero eso sí, no hay duda de que, sea lo que sea eso que provocas en mí, me hace feliz.



Sabes bien cómo era antes de conocerte: orgullosa (aunque sé que ahora no lo puedes ni creer), feminista casi radical, carente de fe en el amor, incapaz de pensar ni por un instante que yo podría decirle a un chico "te quiero".



Lo que no sabes (ni tú, ni nadie), es que esa forma de pensar no era más que un escudo. Quería protegerme a mí misma del dolor, por eso construí un muro enorme alrededor de mi corazón, para que nadie lo tocase.



Pero desde detrás de ese muro, mi corazón latía preso con la esperanza de ser alcanzado algún día por un amor tan sumamente dulce como el tuyo. Y es que yo soñaba con que algún chico me abrazase a diario, apretándome contra su pecho, y clavara sus pupilas en las mías para decirme "guapa" aunque yo no lo creyese. Soñaba esperar ansiosa cada tarde el momento de reencontrarme con sus besos, y acariciar su pelo, dejando que mis dedos se enterrasen en él. Soñaba con llenar mi habitación de fotos de amor, enmarcadas entre corazones rojos de cartulina, o con las huellas de nuestras manos. Soñaba con las terribles discusiones acerca de ver una película " de llorar" o una de miedo, e incluso con ser arrastrada a ver el fútbol, y así mientras, aburrida, podría contemplar su cara o apoyar mi cabeza sobre su hombro. Soñaba con abrazarlo al dormir, acariciarlo hasta notar su respiración más pesada y saber así que ya descansaba, o que fuese él quien me acariciase con dulzura hasta caer dormida.



¿Reconoces a ese chico con el que yo soñaba, Dani? Eres tú. Yo ya soñaba contigo muchísimo antes de conocerte. El chico que estaba llamado a enseñarme qué era eso del amor existía ya, sólo faltaba ponerle cara. Y tú se la pusiste. Trajiste a mis sueños tus mejillas morenas que tan pronto cogen un tono rosado; y tus labios gorditos y tiernos que son mi perdición; y esos dos lacasitos marrones que pueblan tu mirada y la hacen más dulce que el propio chocolate.



Y así fue como destrozaste el muro que protegía a mi corazón, y al mismo tiempo lo mantenía encerrado, solo y triste. Seguramente ahora es más vulnerable, porque está expuesto ante el peligro que enamorarse implica, pero late con mucha más alegría, porque sus latidos van al ritmo de los tuyos.



A veces, sin quererlo, con sólo mirarte me suben las lagrimillas a los ojos, y tú, sorprendido, me preguntas que por qué lloro. La respuesta es bien sencilla. Cuando tú miras al sol directamente, en un día de verano en el que las nubes estén de vacaciones, ¿qué te pasa? Las lágrimas te arrasan los ojos, ¿no? La luz te hace llorar. Pues eso me pasa a mí contigo. EL brillo que irradias es mucho mayor que el que irradia el sol, por eso al mirarte quedo cegada (y maravillada) y no puedo evitar que las lágrimas caigan. Y entonces imagino qué haría si llegase la noche y el sol que tú eres se apagara en el firmamento de mi vida, y ya me es imposible calmar el dolor. Hasta que me abrazas, y me doy cuenta de que eres real, que estás a mi lado y que todo va bien si te tengo.



Todo esto demuestra que normalmente soy yo la miedosa, o al menso la que exterioriza el terror a perderte. Tú, más reservado, sueles callarlo más que yo. Y a pesar de eso, muchas veces has hablado del miedo a que me vaya con un chico que sepa hacer algo que tú dices no saber hacer: expresarse. Dani, no hace falta que me digas cosas románticas hablando ni escribiendo, porque me lo gritas con los ojos. Esas estrellitas que viven en ellos se encienden cuando yo sonrío, indicando que cuidas de mi felicidad, no como lo haría un hermano mayor, sino como lo haría una persona enamorada. Es fácil engañar con palabras, pero muy difícil hacerlo con los ojos.



Nunca, en la vida, nadie podrá ocupar el lugar que ocupas tú. Nadie llenará tu hueco. Y es que no creo que haya un chico más idóneo para mí que tú. ¿Quién me compraría huevos Kinder a mis 20 años? ¿Quién dormiría abrazado a 10 peluches y recordaría los nombres de todos y cada uno de ellos? ¿Quién sería capaz de bailar la canción de "Bella y Bestia son" porque sea la banda sonora de mi película favorita? ¿Quién hará de canguro de un enano de cuatro años si me apetece ir a la playa o al cine con mi primito? Bueno, si hay alguien capaz de hacer este tipo de cosas, me da igual, porque yo yate tengo a ti y ni quiero a ningún otro.



Gracias por estos dos años y medio, Danito, porque han sido los mejores de mi vida.




EU QUEROTE!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lore, que precioso todo Lo que dices, de verdad! me ha emocionado.. uff..
Espero que dani sepa La suerte que tiene de tenerte a su Lado.. eres única..
Haces que LLore y que me estremezca con todo Lo que escribes, disfruto Leyendote, en serio.
Tienes un don, nunca dejes de escribir!

Te quiero muchooo (L)

Maria Durga dijo...

Eso es lo que tiene el amor, que transforma. Derriba muros, abre puertas y nos ayuda a ser mejores como personas.

Enhorabuena Lorena! Es hermoso amar y sentirse amada ¿verdad?

Abrazos desde el alma

Maria

Ana Vázquez dijo...

Felicidades por esos dos años y medio! Y que sean muchísimos más! Gracias por haber encontrado y comentado en mi blog. Ya te he enlazado, espero poder pasarme por aquí a menudo.

Muchos besos!

Maria Durga dijo...

Querida Lorena, sólo paso a saludar y dejarte la dirección de mi nuevo blog, para que si lo deseas te pases a curiosear.

Abrazos desde el alma

Maria

www.siaquiestoy.blogspot.com